sábado, 1 de noviembre de 2014

Guía práctica para cuidar el corazón

  • Parece como si no fueran buenos tiempos para el corazón. Ya no lo vemos como la sede del amor o la conciencia, como antaño, y a menudo solo nos acordamos de él cuando falla. Pero sigue ahí acunando con su latido la llama de la vida.
Cuánto se agradece cumplir años con un corazón sano; eso no tiene precio. Poder subir y bajar escaleras con alegría, caminar o pedalear en plena naturaleza, o simplemente contemplar las escenas cotidianas de la vida con relativo optimismo son algunas de las funciones de un corazón en paz y activo. A eso se accede con la práctica del ejercicio físico, una dieta sana y una actitud mental positiva.
La enfermedad cardiovascular procede de cuatro estados patológicos: la arteriosclerosis, la diabetes del adulto, la angina de pecho y unos elevados niveles de homocisteína. Comentamos seguidamente el primero de estos puntos. El artículo completo se puede leer en la revista Cuerpomente.

La arteriosclerosis

La arteriosclerosis se desarrolla principalmente por un acúmulo de las grasas que circulan en la sangre y se depositan sobre la capa de células que tapiza el interior de las arterias. Con ello se va formando una placa que reduce su diámetro interno. Si esa placa acumula plaquetas, puede formar un trombo capaz de obstruir la circulación sanguínea y, por tanto, impedir el aporte de oxígeno a un órgano vital. 

En caso de desprenderse, podría dañar un territorio más lejano. El infarto de miocardio y el ictus cerebral se deben a que el trombo detiene el aporte de sangre a una arteria del corazón o del cerebro.

Los hijos de padres que han padecido arteriosclerosis antes de los 60 años tienen mayor tendencia a enfermar. Otros riesgos para desarrollarla son el tabaquismo, la elevada concentración de lípidos sanguíneos, la hipertensión arterial no tratada, la diabetes no controlada, los niveles elevados de la proteína C reactiva en la sangre y el uso de anticonceptivos orales.

Unos niveles elevados de proteína C reflejan la tendencia a sufrir inflamaciones. En este caso, el daño en la pared interna de las arterias, por ejemplo a causa de una tensión arterial mantenida alta durante bastante tiempo, desencadenaría una inflamación local y el inicio del crecimiento de una placa de arteriosclerosis en esa zona.

Los estrógenos femeninos protegen al organismo de la arteriosclerosis, por eso las mujeres se ven más afectadas después de la menopausia. El mejor modo de evitar la arteriosclerosis es practicar ejercicio de forma regular, lo que mantiene en forma el corazón y las arterias. También es importante que no haya elevaciones de las cifras de glucosa en la sangre, no fumar y controlar la tensión arterial.

La dieta vegetariana ha demostrado gran eficacia en la disminución de la concentración de los lípidos sanguíneos. Los ácidos grasos omega-3 (comunes en el pescado azul, las nueces y las semillas de lino) pueden tomarse en suplemento a fin de disminuir los triglicéridos, aumentar las cifras del colesterol HDL y minimizar la inflamación y la tendencia a formar trombos. 

La coenzima Q10 es un antioxidante con un efecto protector frente a la enfermedad cardiovascular. Tomar ajo crudo es otra forma de cuidar el corazón y la salud de las arterias.

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