sábado, 2 de agosto de 2014

El nexo entre alimentación y emociones

  • La forma de alimentarse afecta a las emociones... y viceversa. Por eso comer bien requiere tanto aplicar criterios dietéticos como conocerse a uno mismo.
El alimento y las emociones están unidos formando un nudo imaginario, y prueba de ello son los trastornos del comportamiento alimentario. La compulsión hacia determinadas comidas involucra los mismos mecanismos neuroquímicos y los mismos circuitos cerebrales que los procesos de adicción a numerosas drogas. 

El cerebro está capacitado para mantener una relación sana con las comidas y controlar el peso corporal a través de circuitos cerebrales hormonales específicos.
Los alimentos que más calman son las comidas ricas en hidratos de carbono, los azúcares y las grasas pueden provocar una sobreproducción de dopamina, serotonina y endorfinas, hormonas cerebrales que inducen una sensación de bienestar, vinculadas a los mecanismos cerebrales de recompensa. Tal es el caso del chocolate.

El chocolate, cuyas anandamidas comparten receptores cerebrales con la marihuana, puede considerarse más que un alimento pero menos que una droga. Su teobromina posee además efectos estimulantes sobre el sistema nervioso. Y a eso se añade la combinación de grasas y azúcares.

El estrés supone también una liberación elevada de sustancias hormonales, como el cortisol, la adrenalina y la insulina, para afrontar el supuesto reto. Eso lleva a una «alerta» que genera sensación de hambre continua y poco controlable, con un punto de ansiedad.
Por otra parte, la medicina china vincula cada sabor y emoción con un órgano. Lo dulce puede tonificar el bazo y mitigar la preocupación. El sabor ácido estimula el hígado y atenúa una de sus expresiones: la ira. La sal activa el riñón, que se debilita por el miedo. El picante incide en el pulmón y en la melancolía...

Por su parte los problemas con la comida traslucen el mundo emocional. Algunos conflictos internos reflejan a su vez mecanismos metabólicos complejos. El cuerpo somatiza con mensajes de hambre voraz o, por lo contrario, corta el apetito. Pueden ser formas de disminuir la tensión, protestar, etc.

Fuente: cuerpomente

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