viernes, 15 de agosto de 2014

El agua, pilar de la salud

  • El agua cumple numerosas funciones vitales en el cuerpo, que en cuanto detecta que puede peligrar su equilibrio activa el mecanismo de la sed. Atender a esta llamada con un agua de calidad no solo es un placer sino una de las bases del bienestar físico y mental.
La mejor forma de elegir una buena agua es fiarse del análisis que realizamos con los sentidos: ha de ser incolora a la vista, inodora al olfato e insípida al gusto. Los sentidos ya nos informan.
Ningún plástico es completamente seguro. Todos pueden liberar alguna sustancia indeseable, como el bisfenol A, un disruptor endocrino. Además, buena parte del plástico se incinera. 

El número en relieve que aparece dentro de un triángulo en la base del envase informa sobre el tipo de plástico. Las cifras 3, 6 y 7 deben evitarse pues incluyen bisfenol A, cosa que no sucede con las cifras 2, 4 y 5. Las botellas de la cifra 1 se deberían utilizar solo una vez. Siempre que sea posible, el vidrio es lo ideal.

En general, las aguas de mineralización débil son las más agradables al paladar y su uso es aconsejable en biberones o para preparar caldos. Suelen absorberse y eliminarse con rapidez por ser muy diuréticas. Sin embargo, para quitar la sed, son más eficaces las aguas ricas en sales.

Entre las aguas con más mineralización se hallan las minero-medicinales. Los minerales hacen que no sepan tan bien pero que se puedan considerar «aguas medicamento». Se toman solo esporádicamente con fines medicinales.

El agua del grifo puede ser más que aceptable, sobre todo en entornos o países con abundantes recursos hídricos. La mayor parte está tratada. Eso, para algunas personas, es una garantía de calidad, pero no para mí, pues se eliminan bacterias pero no todos los contaminantes. Deberíamos orientarnos a tener en los grifos agua de la mejor calidad con los menos tratamientos posibles, o que al menos estos fuesen naturales.

Gracias a que anula el gusto, el agua con gas permite tomar sustancias diluidas en el agua que serían demasiado desagradables, muy amargas, dulces o saladas. Y el gas ejerce cierto efecto relajante. Cuando ya se conoce el agua o el manantial y se quiere un agua tipo «Vichy» u otra carbogaseosa, se puede hacer de ella un uso terapéutico, pero no aconsejaría usar el gas carbónico de forma habitual en el agua: impide saborearla bien y no es bueno para la dentadura.


Fuente: cuerpomente.com

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